Países de la región ahora pagan caro su vieja complicidad con el chavismo por @CarmonaBorjas

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Octubre 26/2017

Hace veinte años la dirigencia regional no percataba lo que la llegada de Chávez al poder en Venezuela, el representante del foro de Sao Paolo y de la dictadura cubana, tendría para Venezuela, para la región y para el mundo. Recuerdo a la entonces candidata a la presidencia de Chile, Michelle Bachelet, quien dijo en un acto al finalizar su primera campaña, ante los chilenos en Buenos Aires, que Chávez no significaba una piedra en el zapato, sugiriendo que era bien recibido en la región por representar el cambio político “en favor de las clases más populares”. El gobierno chileno, por cierto, durante muchos años desatendió el problema venezolano, muy distinto a la posición que tomaron los gobiernos democráticos venezolanos para defender la democracia y a los chilenos perseguidos políticos por la dictadura de Pincohet, muchos de los cuales fueron recibidos en el país, integrándose y compartiendo con nosotros hasta que se restableció la democracia en ese país.

Las cosas han cambiado desde entonces y de un silencio cómodo, muchas veces cómplice se ha pasado al rechazo y a la crítica del régimen dictatorial de Nicolás Maduro, heredero de Hugo Chávez, lo que ha permitido la creación por iniciativa del gobierno de Perú, de un grupo de cancilleres para persionar, en el buen sentido de la palabra, al régimen venezolano, para que se regrese a la democracia en el pais. La crísis en Venezuela que no es exclusivamente de los venezolanos; ella interesa a todos en la región y más allá, porque significa una seria amenaza a la paz y a la seguridad regional y del mundo.

Venezuela se ha convertido gracias a la dictadura castro-chavista en santuario de terroristas y guerrilleros, puente del narcotráfico y de corrupción internacional, como lo demuestra el desastre Oderbrecht y muchos otros que alteran el orden regional y mundial. En pocas palabras, el régimen venezolano ha hecho de Venezuela un régimen forajido. El país se desmorona después del robo electoral del 15 de octubre. Hay una crísis y debemos reconocerlo, más ahora por la actitud asumida por los gobernadores adecos, al aceptar juramentarse ante la fraudulenta e ilegal Asamblea Nacional Constituyente. Una humillacion que no tiene ninguna justificación; una juramentación que no puede responder a ninguna estrategia que interese a los venezolanos como pueblo oprimido. Se dejó de lado la dignidad, a cambio de la humillación. Se inicia ahora una nueva etapa que obliga a los dirigentes de la oposición a rehacer el movimiento para responder a los millones de venezolanos que han confiado en ellos para salir de la dictadura. La crísis ha obligado, además, a millones de venezolanos a emigrar, a instalarse en otros países, a abandonar el país para encontrar seguridad, trabajo, salud.

Hasta hace poco ese flujo migratorio era moderado, se distribuía por el mundo y no representaba una carga mayor para los países receptores. pero las cosas cambiaron y al acentuarse la crísis aumentó el número de expatriados que se convierten en asilados, refugiados, trabajadores ilegales, sólo para sobrevivir mientras se supera la crísis en el país. Si la amenaza a la paz y a la seguridad internacionales es cierta, más aún lo es la amenaza que significa ese flujo migratorio hacia otros países, más a los países de la región que deben asimilarlos, lo que sin duda tiene un efecto importante, en la vida y en la economía de esos países. El problema de las migraciones es muy serio, más para los países con menos recursos a los que les cuesta asimilar a grupos importantes de extranjeros que buscan trabajo, protección, salud. Si la señora Bachelet dijo en aquel entonces que Venezuela no era una carga para la region y que Chávez no representaba una piedra en el zapato, la realidad nos muestra que se equivocó. Venezuela es hoy una seria amenaza y desde muchos puntos de vista.

“La lengua, el peor castigo del cuerpo”

Robert Carmona-Borjas

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